Sigo un concepto muy básico como estilo de vida, de dar y recibir, no me gusta joder a nadie y, espero en contrapartida de manera ilusa que no venga cualquier hij@ de puta sin motivo razonable alguno a interferir en mi vida de mala manera, pero el mundo es una jungla de gente diferente con ideas maravillosas y otras atroces que no caben en cabeza humana posible, es lo curioso e interesante que tiene, La teoría de la casualidad, el no saber que puedes llegar a encontrar mañana en la calle, en un bar, qué persona va a entrar en tu vida, o quien la va abandonar para tu sorpresa y decepción.
No tengo prejuicios hacia nadie, voy con la verdad por delante, te digo lo que pienso, lo que espero y lo que me toca los cojones, me gusta disfrutar del momento, de una cerveza, una buena conversación, un vinilo que suena y te eriza el vello, oler la humedad del ambiente y escuchar el sonido de la lluvia desde la comodidad de una ventana, intento rodearme de gente que me aporta algo, que me llama por algún detalle o motivo, es esa gente la que le da color y sentido a esta vida, la que te apetece conocer más y te puede enseñar algo nuevo cada día.
Vivir sin hacer daño, ayudar cuando esté en tu mano, buscar la propia felicidad sin arrastrar la de otros, y supongo que tiendo a esperar que los que me rodean me correspondan en esa línea moral por decirlo de alguna manera, pero por suerte o por desgracia no todo el mundo piensa igual, no a todos les importa la repercusión de sus actos en el medio y en otra gente.
Y eso me decepciona, me jode, me enfada y escribo esto un domingo de resaca, filosofando como si a alguien le importara este absurdo razonamiento.
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