Esa sensación de no querer parar nunca, hasta que te falte el aire y tus músculos entumecidos pidan un descanso.
Agarrar, arañar, abrazar y en definitiva follar hasta que el dolor y el sudor exploten en forma de placer.
Sentir que no podéis estar más pegados, apretarse el uno contra el otro sin obviar la desesperación hasta exhalar el último aliento.
Y es un bucle tan intenso y tan profundo que en verdad desearías que no terminase nunca.
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